domingo, 8 de noviembre de 2009

SIMCE de Escritura refleja las desigualdades de la educación de mercado


X CONVERGENCIA ARCIS

El sistema educativo sigue haciendo aguas y sus distintos aspectos una y otra vez nos recuerdan que este sólo beneficia a las minorías privilegiadas de este país, condenando al resto a la ignorancia y a un futuro laboral no muy auspicioso, reproduciendo las desigualdades que existen entre las clases sociales. Muestra de esto son los resultados de la prueba SIMCE de Escritura realizada en año pasado a estudiantes de cuarto básico y cuyos resultados fueron entregados hace algunos días.

La prueba, tomada el 6 de noviembre del año pasado a una población de 22.584 estudiantes de 706 establecimientos de todo el país, arrojó como resultado que sólo el 12% de los estudiantes de los sectores bajos alcanza un nivel avanzado de escritura, un 33% un nivel intermedio y la mayoría (55%) un nivel inicial, es decir, un nivel en donde apenas si pueden escribir. En la cara bonita de la torta los valores se invierten, el 52% de los estudiantes de sectores acomodados logra un nivel avanzado de escritura, un 35% el nivel intermedio y sólo un 13% el nivel inicial. Las conclusiones sáquelas usted mismo.

A esto hay que sumar que en términos generales el 38% de los estudiantes de cuarto básico escriben textos con dificultad, con faltas de ortografía, con pésima redacción y con problemas con los conectores entre las frases. Muestra de la pésima calidad educativa reinante.

Esta desigualdad educativa tiene su origen evidentemente en las desigualdades sociales, pero no sólo en el hecho de que exista una educación de calidad para los ricos y una educación de pésima calidad para los sectores populares, sino también en el hecho de que estos últimos carecen de todos los elementos económicos, sociales, culturales y políticos para contar con las capacidades necesarias para desarrollarse bien cognitiva, mental, física, social y culturalmente. En otras palabras, difícilmente un estudiante popular podrá aprender si el sueldo de sus padres no alcanza para comprarle un computador, pagarle internet, comprarle los libros, los materiales, para alimentarlo decentemente, si los aparatos de comunicación lo estupidizan, si el entorno social generado por el capitalismo lo impulsa sumirse en los estereotipos impuestos, etc. En otras palabras, los factores que atentan en contra de una educación para el pueblo no están sólo en el sistema educativo sino en la sociedad entera y en el sistema que la controla. Hacia allá debemos apuntar los dardos.

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